El sistema solar interior está conformado por los planetas rocosos y cuerpos menores ubicados dentro de la línea de hielo, un límite definido por la proximidad al Sol que impide la acumulación de materiales volátiles en forma de hielo. En esta región se encuentran Mercurio, Venus, la Tierra y Marte, además del cinturón de asteroides y objetos transitorios como cometas y meteoroides.
La investigación sobre esta región ha sido clave para entender la formación y evolución planetaria, así como la distribución de elementos esenciales para la vida. Gracias a observaciones telescópicas y misiones espaciales recientes, se han obtenido datos precisos sobre la composición y dinámica de estos cuerpos.

Composición del sistema solar interior
Los planetas interiores presentan una composición dominada por silicatos y núcleos metálicos, diferenciándose así de los planetas gigantes gaseosos. Durante la formación del Sistema Solar, estos cuerpos adquirieron su estructura actual a través de procesos de acreción y diferenciación geológica.
- Mercurio: su núcleo metálico constituye aproximadamente el 60% de su masa, lo que explica su alta densidad relativa. Estudios recientes han analizado su campo magnético y exosfera a partir de datos obtenidos por la misión MESSENGER (Solomon et al., 2018). También se ha confirmado la existencia de agua congelada en los cráteres polares.
- Venus: su atmósfera rica en dióxido de carbono genera un efecto invernadero descontrolado. Imágenes de radar han revelado indicios de actividad volcánica reciente (Smrekar et al., 2020). Las sondas han detectado anomalías en la distribución de gases como el dióxido de azufre, lo que podría sugerir procesos geológicos activos.
- Tierra: Presenta una diferenciación estructural compleja con litosfera, manto y núcleo, además de una dinamo interna responsable de su campo magnético global. La tectónica de placas juega un papel crucial en la evolución geológica y en la regulación del carbono en la atmósfera.
- Marte: su regolito contiene sales percloradas, lo que indica la posible presencia de agua en forma líquida en condiciones superficiales extremas (Ojha et al., 2015). Más allá de los estudios geológicos, las recientes misiones han buscado indicios de actividad biológica en el pasado.
Explora en detalle cada planeta:
El cinturón de asteroides, ubicado entre Marte y Júpiter, está compuesto por planetesimales que no llegaron a formar un planeta debido a la influencia gravitacional de Júpiter. Ceres, el mayor de estos cuerpos, presenta evidencia de actividad criovolcánica y posibles reservorios de agua subterránea (Castillo-Rogez et al., 2019).
Dinámica Orbital y Gravitacional
La evolución orbital de los planetas interiores ha sido analizada mediante modelos numéricos que describen variaciones en la excentricidad y oblicuidad en escalas de tiempo geológicas (Laskar, 2008). Las resonancias gravitacionales en el cinturón de asteroides han originado lagunas de Kirkwood, regiones vacías debido a interacciones con Júpiter, lo que influye en la distribución de asteroides y en la probabilidad de impactos en la Tierra.
Se han identificado patrones en la influencia del viento solar sobre la magnetosfera terrestre y la interacción de este con el entorno espacial de Marte y Venus, lo que proporciona información crucial sobre la pérdida atmosférica de estos planetas.

Investigaciones Recientes y Descubrimientos Relevantes
- BepiColombo: Misión en curso de la ESA y JAXA para estudiar Mercurio, con datos sobre su exosfera y composición superficial (Benkhoff et al., 2021).
- Perseverance y Curiosity: Han detectado compuestos orgánicos en Marte, lo que sugiere condiciones antiguas propicias para la vida (Eigenbrode et al., 2018).
- Parker Solar Probe: Ha permitido mejorar la comprensión de la interacción del viento solar con los planetas interiores (Bale et al., 2019).
El descubrimiento de asteroides cercanos a la Tierra (NEAs) sigue siendo una prioridad en astronomía observacional. Proyectos como Pan-STARRS y NEOWISE han identificado numerosos objetos con trayectorias que intersectan la órbita terrestre (Mainzer et al., 2014). La vigilancia constante de estos cuerpos es esencial para evaluar posibles riesgos de impacto.
Fuentes consultadas
Ojha, L., Wilhelm, M. B., Murchie, S. L., McEwen, A. S., & Wray, J. J. (2015). Spectral evidence for hydrated salts in recurring slope lineae on Mars. Nature Geoscience, 8, 829-832. https://doi.org/10.1038/ngeo2546
Bale, S. D., Kasper, J. C., Howes, G. G., & Quataert, E. (2019). Highly structured slow solar wind emerging from an equatorial coronal hole. Nature, 576(7786), 237-242. https://doi.org/10.1038/s41586-019-1813-z
Eigenbrode, J. L., Summons, R. E., Steele, A., & Team, C. S. (2018). Organic matter preserved in 3-billion-year-old mudstones at Gale Crater, Mars. Science, 360(6393), 1096-1101. https://doi.org/10.1126/science.aas9185
Laskar, J. (2008). Chaotic diffusion in the Solar System. Icarus, 196(1), 1-15. https://doi.org/10.1016/j.icarus.2008.02.017
Mainzer, A., Bauer, J. M., Grav, T., Masiero, J. R., & Cutri, R. M. (2014). NEOWISE observations of near-Earth objects: Preliminary results. The Astrophysical Journal, 792(1), 30. https://doi.org/10.1088/0004-637X/792/1/30